Lo informal como recurso
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- 10 may
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Por: Emilio Martínez

El medio construido de la gran mayoría de las ciudades latinoamericanas está constituido en gran medida por lo que se define desde la academia y la disciplina como arquitectura informal. La imagen de la ciudad, o el paisaje urbano, se configura a partir de este fenómeno espontáneo, "marginal" y desordenado que para muchos es motivo de pesar y para otros una incógnita. Es precisamente en esta incógnita, en cuanto a la pregunta sobre su valor como instrumento de reflexión para el proyecto de arquitectura, donde estas construcciones amorfas cobran forma y sentido.
Al igual que la arquitectura vernácula, las construcciones informales son espontáneas, hacen uso de los recursos materiales inmediatos y se preocupan directamente por satisfacer necesidades espaciales, respondiendo de manera adaptativa a factores económicos y sociales. Se podría decir que lo que aparentemente las distingue es el tipo de influencia y relación que tienen con el medio que las contiene. En el caso de la arquitectura vernácula, el medio condiciona los recursos materiales y ambientales a partir de los cuales se desarrollan métodos constructivos que determinan la base en el desarrollo de sistemas espaciales, relacionándola de manera armoniosa desde el resultado tectónico con el paisaje.
Por otro lado, en el caso de la arquitectura informal, el medio no es, como en la mayoría de los casos de la arquitectura vernácula, un medio natural; sino que el medio es un medio construido, o se encuentra influenciado por uno en última instancia. Los métodos constructivos empleados en la arquitectura informal no provienen de un desarrollo de conocimientos a partir del empleo de recursos primarios del medio, como en el caso de la arquitectura vernácula, sino del uso de materiales industriales, prefabricados muchas veces reciclados, y métodos de construcción común sin rigor técnico; un "know-how" que en la mayoría de los casos incumple con parámetros técnicos mínimos con inevitables consecuencias desfavorables. Sin embargo, esta arquitectura, estigmatizada por su apariencia de urgencia y precariedad, guarda una estética cuyo valor cultural reside en su sentido de pertenencia y autenticidad en el empleo de recursos para habitar. Es decir, la arquitectura informal es también, al igual que la vernácula, un entorno construido que refleja las formas de vida de una población que se resuelve de manera espontánea, materializando modos de habitar individuales y colectivos, cargados de costumbres, anhelos y un sentido de eficiencia tácito. Es el reflejo de lo que Heidegger en su discurso "Construir Habitar Pensar" llamaría "In-der-Welt-sein" (Estar-en-el-mundo).
Como tal, la arquitectura informal es una fuente de reflexión no solo teórica, propia del urbanismo como zonas marginales no planificadas carentes de servicios y legislación, sino que es un recurso de investigación proyectual para la disciplina en su capacidad de resolver sistemas espaciales adaptados a topografías a veces extremas o espacios urbanos sumamente reducidos, lógicas funcionales, formales y tectónicas desde su condición de ensamblaje de partes y proceso de bricolaje cuando con el tiempo sufren adaptaciones y transformaciones propias del anhelo individual y colectivo de nuestras ciudades.
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