La naturaleza de las cosas o El estado de las cosas o El dictado de las cosas
- FAU-NO editores

- 23 ago
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Por: Karen González
¿De qué manera nos tocan las cosas inertes?
¿Es una redundancia decir cosas e inertes?
Aparece Neruda para hablar de las cosas:
[como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas] [1]
Buscaba entonces el significado de la palabra cosas:
lo que existe o puede existir.
O ahora mismo que recita Marosa di Giorgio:
[una cosa es a la vez todas las cosas] [2]
¿De qué manera nos tocan estas cosas, las que existen, las que pueden existir?

La escritora María Sánchez, asiste maravillada al descubrimiento de la artista Heidi Bucher.
Heidi recubre paredes/ventanas/cuadros/objetos con una misma capa de textil empapada de látex líquido y luego con su propio cuerpo jala/desprende estas pieles.
¿Qué es aquello que se desprende?
¿Es una forma unificada de un encuentro arquitectónico?
¿Qué revela al desprender las pieles de los escenarios escogidos?
[Con esta nueva epidermis que la artista despega, se crea una nueva memoria, cuestionando las estructuras de poder. Con la piel nueva trae al presente lo que nunca se cuestionó, todo lo que quizás se confió al polvo y al olvido, posibilitando un diálogo y un espacio totalmente nuevo para el cambio] [3]
La artista crea una muestra para someterla a estudio/análisis/experimentación.
Nos muestra, nos hace volver a ver algo. Estas pieles son evidencia, no solo de la composición física, de la materia misma del mundo, sino también de una composición social, de cómo está estructurado el mundo.
Al arrancar estas nuevas pieles de algo antiguo y arraigado ¿les da una nueva voz?
Pienso también en la dimensión poética de la arquitecta Lina Bo Bardi. Y más específicamente en los detalles minúsculos que marcan su obra. La fachada de la Casa do Chame-Chame está recubierta con fragmentos de vasijas/vidrios/muñecas/conchas/plantas/piedras con argamasa que se funden en una sola textura, pero que guardan historias de lo que fueron.

Imagino entonces una arqueología futura, en cómo se interpretaría este hecho tan particular si la casa hubiera sobrevivido. Citar a Lina desde los fragmentos recuerda también como empezó a coleccionar piedras:
[Desde pequeña he guardado cosas: piedrecitas, conchas de las rocas de Abruzzi, alambres, pequeños tornillos.
Siendo todavía pequeña, recuerdo que sucedió algo sorprendente mientras mi madre preparaba el asado dominical. Ella se encontró con una bola enorme en el interior del pollo pues tenía en su estómago una serie de cristales y piedras pulidas por el agua y en tonos verdes, rosas, negros, marrones, blancos. Mamá me las regaló y fue el comienzo de mi colección, junto con un saquito con polvo de arroz hecho con acero azul de los cañones alemanes y que mi tía Esterina me dio después de la Primera Guerra Mundial. Yo tenía seis años de edad] [4]
¿Qué seres son capaces de ver y atesorar estas voces?
¿Qué le habla a cada uno?
¿Qué señales emite el mundo que nos rodea?
¿Somos capaces de percibirlas?
Y, ¿qué hay de lenguajes secretos, de aquello que se nos oculta?
Creo recordar la diferencia entre secreto y misterio que establecía la escritora Daniela Alcívar Bellolio. El misterio como algo que yace a plena luz del día pero que solo algunos son capaces de percibir.
¿De qué manera vemos las cosas que nos rodean?
¿Son la mayoría un misterio que no sabemos interpretar?
¿De qué manera nos han enseñado a ver?
[Apareció una flor en el agua. De un rosa incendiario, deslumbrador.
Redonda u oval, según el instante. Sin raíces sobre una
hoja negra. La descubrió un niño que gritaba que había algo raro
por el lago, y la madre lo golpeó suavemente, diciendo que sólo
era una flor. Después, notó que parecía de brujería] [5]

Pienso también en cómo, ciertos objetos, median nuestro propio modo o capacidad de ver. Ver a través del escáner, a través de la cámara fotográfica, a través del microscopio media el mundo al que nos enfrentamos, activa otras voces, otros diálogos.
[Le conté a mi hijo, también, la historia de cuando llegó a mi casa un microscopio heredado que se transformó en un tesoro en el que mi hermano y yo perdíamos el tiempo, poniéndolo absolutamente todo bajo su lente. Gusanos anchos y blancos, piedras obsidianas, tierra, plumas y luego, finalmente, cuando nos atrevimos, nuestro cuerpo sometido a escrutinio: nuestras uñas, nuestro pelo, nuestros dientes y nuestra sangre. Un día, nos pinchamos con una aguja el dedo, apretamos para que salga el fluido y luego lo colocamos sobre la platina y por último la miramos, por turnos. La imagen era aterradora y hermosa y nuestra comprensión de nosotros, de lo que éramos, se granuló, se hizo fragmentada, frágil, apenas un conjunto infinito de puntos] [6]
Me pregunto entonces qué peso tienen las cosas a lo largo de la propia vida. En todos los objetos que nos rodean, que nos sostienen o que nos asfixian con su presencia amenazadora. Pienso en aquellos con los que nos re-significamos. En las cosas que nos quedan de los otros, de uno mismo.
¿Qué me queda de mi abuela?
¿Qué permanece de ella?
¿En qué formas?
Y, cuando se pierde la memoria, todos estos objetos se vuelven anónimos/huérfanos nuevamente? ¿Envejecen prematuramente? Dejan de ser poseídos por los afectos.
María Sánchez habla también de un hilo/cuerda invisible que la une a ciertas cosas, como al mirlo que ve por las mañanas. Imagino entonces unos hilos larguísimos, finísimos (casi imperceptibles como las arañas que escalan el aire). Imagino estos hilos también desde mí hasta los pelícanos, hasta las voces, hasta el sonido de unos platos que irrumpen en este monstruo de cemento que habitamos.
[Un hilo que muestre un afecto, una cuerda que vislumbre una relación, un cuidado, un fragmento de maraña que desemboque en el ovillo de todo lo que nos sustenta, pero que nos ha sido ocultado y silenciado. La trama de lo viviente] [7]

¿Qué lugar ocupo en su mapa? Pregunta también María Sánchez citando a Carmen Martín Gaite. Y pienso en aquellos puentes de madera en Indio Guayas y el estudio de los afectos que traza Caroline Moser en su investigación en 1978.

[La figura muestra las redes sociales de hombres y mujeres de la Calle K en 1978, que llegaban solo hasta la mitad de la calle, señal de que solo la mitad de los vecinos construía puentes comunales, excluyendo el contacto con quienes vivían calle abajo] [8]
Un diagrama social, una historia de los afectos entre sujetos se vuelca en objetos, se hace visible y cuantificable ante nuestros ojos.
¿Cuántos puentes hay ahí? ¿Entre quienes?
Quisiera también un inventario de las cosas. De los mundos.
Un inventario de lo minúsculo.
Un inventario de lo invisible.
Escaneo unas hojas y aparecen ante mis ojos los pequeños pelitos de las flores, los bichos muertos, la tierra desprendida de las raíces.
¿Qué cobra vida cuando vemos de otras formas?
Cuando vemos a través de la poesía.
Dice Yuliana Ortiz Ruano:
[Marosa nos hace ejercitar la mirada]
Marosa nos abre un telón, construye, fabrica, teje un telón y lo abre frente a nuestros ojos para rever el mundo.
Vuelvo a pensar entonces en un inventario de lo inerte.
Inventario de mi padre.
Imagino una lista muy muy larga, con la descripción minuciosa de sus pertenencias. Sabe muy bien cual es cual, pues tiene, cada una, un tiempo y un espacio dentro de ese mundo de sus cosas. De sus cosas, que se mezclan con mis cosas, con mis recuerdos.
Retrato de mis cosas.
Retrato de las cosas.
Las cosas que me retratan.
Re-tratar las cosas.
Autorretrato.
Auto-re-trato todas las cosas que me dicen, hablan. Gritan.
Referencias:
Di Giorgio, M. (2000). Los Papeles Salvajes I. Adriana Hidalgo Editora.
Di Giorgio, M., Di Giorgio, N., Russo, E., & Aguirre, O. (2010). Marosa di Giorgio : entrevistas 1973-2004. El Cuenco de Plata.
Garrido, F., & Sánchez, M. (2018). Ray Eames y Lina Bo Bardi El viaje como laboratorio (1.ª ed.). Madrid: EDICIONES ASIMETRICAS. Madrid: EDICIONES ASIMETRICAS.
Moser, C. O. N. (2009). Ordinary families, extraordinary lives: Assets and poverty reduction in Guayaquil, 1978-2004. Brookings Institution.
Neruda, P. (2005). Veinte Poemas de Amor: Y una Canción Desesperada. Grupo Editorial Norma.
Ponce, G. (2020). Escritura, cuerpo, pandemia. Cuadernillo Literario, (2), 16–19.
Sánchez, M. (2021). Manto segundo [correo electrónico].
Sánchez, M. (2022). Espora segunda [correo electrónico].
Notas:
[1] Neruda, P. (2005). Veinte Poemas de Amor: Y una Canción Desesperada. Grupo Editorial Norma.
[2] Di Giorgio, M., Di Giorgio, N., Russo, E., & Aguirre, O. (2010). Marosa di Giorgio : entrevistas 1973-2004. El Cuenco de Plata.
[3] Sánchez, M. (2021). Manto segundo [correo electrónico].
[4] Garrido, F., & Sánchez, M. (2018). Ray Eames y Lina Bo Bardi El viaje como laboratorio (1.ª ed.). Madrid: EDICIONES ASIMETRICAS. Madrid: EDICIONES ASIMETRICAS.
[5] Di Giorgio, M. (2000). Los Papeles Salvajes I. Adriana Hidalgo Editora.
[6] Ponce, G. (2020). Escritura, cuerpo, pandemia. Cuadernillo Literario, (2), 16–19.
[7] Sánchez, M. (2022). Espora segunda [correo electrónico].
[8] Moser, C. O. N. (2009). Ordinary families, extraordinary lives: Assets and poverty reduction in Guayaquil, 1978-2004. Brookings Institution.
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