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Defender la Arquitectura desde las Trincheras de la Academia

Por: Javier Eduardo Benavides


El anciano de los días, William Blake, 1794
El anciano de los días, William Blake, 1794

¿Por qué defender la arquitectura?


Porque es hora de hablar de ella. En alguna clase[i], compartí con mis estudiantes un pensamiento: “Ya no se habla de arquitectura, ya no se hacen objetos arquitectónicos, ni siquiera hay arquitectos; pero la Arquitectura existe.” ¿Es la arquitectura una lengua muerta? Me atrevo a contradecirlo y propongo, desde las trincheras de la academia, defenderla. Nos defendemos de los inquisidores y hechiceros que satanizan la luz y la razón, y de las lisonjas de los mercaderes y charlatanes. Liberemos la arquitectura de sus adjetivos, muletas y disciplinas tangenciales. La arquitectura debe ser liberada de sus ataduras y reafirmar su verdadera entidad como idea suprema. Según Daniele Vitale[ii]: “La arquitectura se confunde a menudo con problemas y disciplinas ajenas a ella”. La arquitectura contemporánea, «muy contemporánea porque niega toda arquitectura del pasado», en su pseudo-inclusión, pseudo-libertad y extradisciplinariedad indisciplinada, busca valor fuera de su campo. Se celebra a quienes no hablan de arquitectura, reflejando un temor al oficio mismo. Este es el momento de regresar al origen, a los fundamentos, al «arjé». No se trata de retroceder al pasado, sino de recuperar la esencia, valorar la arquitectura desde su autonomía.


La disciplina está en crisis: de la crítica arquitectónica al proyecto crítico


La disciplina está en crisis, y esto exige una crítica a su estado. La raíz griega de la palabra «crisis» significa decisión, y crítica se entiende como la capacidad de discernir en momentos de crisis. Es cuando podemos replantear la arquitectura misma, haciendo arquitectura CRÍTICA. Recordemos que hacer crítica no es solo opinar, sino producir conocimiento. El objetivo final de la crítica es el acto proyectual.

Condenamos la opinión y abogamos por la crítica. Condenamos la ignorancia y abogamos por la razón. En esta Era de la Información, no somos críticos, somos hiperinformados. Se habla mucho y se hace poco. En nuestro medio, incluso tememos la neolengua que va forjando, un escenario orwelliano con términos nuevos que inundan nuestro rol y oficio. Esto se resume en la diferenciación de doxa vs episteme. Miranda afirma[iii]: “La opinión no es fruto de la razón, sino del ocio mental”. Vivimos en una realidad frustrante, y solo mediante una crítica radical podemos transformarla. La crítica busca llenar de preguntas, no de certezas, como enseñó Boullée[iv] en el siglo XVIII:

“El hombre de negocios del público se ve alejado de los progresos del arte y, en consecuencia, no puede aspirar a la verdadera gloria. […] ¿Diríamos entonces que es conveniente que el arquitecto abandone negocios lucrativos para seguir estudios de pura especulación? ¡Ay! ¿quién es aquel que haría gustosamente el sacrificio de la fortuna o incluso de lo necesario cuando se le presenta?”

El arquitecto, como mártir, debe renunciar a las recompensas del mundo para seguir su vocación. La redención de su obra llegará póstumamente, pero el arquitecto debe estar dispuesto a ser libre, aunque la recompensa no llegue en vida. Si la verdad nos hará libres, la mentira nos hará esclavos.


La civilización está en crisis: la arquitectura como hecho político


Es necesario tomar decisiones radicales para la continuidad de la práctica de la arquitectura. La arquitectura es la toma de decisiones críticas para la concepción del espacio en el que habitamos: la polis. En donde se consuma la «techné politiké», porque hacer política es hacer polis. A la ciudad se la hace con arquitectura. Somos cómplices de la ciudad resultante, caótica y frustrante. Es nuestra obligación como arquitectos re-construirla (o, mejor dicho, empezarla a construir). Como actores activos de la construcción de la polis, reclamamos una arquitectura como hecho colectivo innegable de la humanidad. Como fiel testigo de la sociedad panhumana común que es nuestra civilización cosmopolita.

 

Entre blasfemias y herejías: la academia cómplice


Desde la academia, es paradójico condenarla, pues es, en teoría, el lugar donde se generan ideas. Sin embargo, coincido con Ledoux, quien afirmaba que:

“La mera instrucción es un lastre; el que da el tono perpetúa sus ideas, y sólo está bien lo que él manifiesta. ¿Qué sucede si es elocuente? Persuade, engaña, raramente realiza lo que dice. […] Si el proyecto sometido a discusión es mediocre, provoca la indulgencia y se asegura la protección: se enaltece la mediocridad para escalar un peldaño más. ¿Qué sucede cuando es bueno? Exacerba, en secreto, el amor propio; hace salir a la luz a los serviles detractores que le contraponen el método y la rectitud, la sublimidad de los tontos.”[v]


Hoy, la academia ya no forma arquitectos, sino empleados. Ya no se enfoca en la construcción de la ciudad ni en la reflexión del habitar, sino en la formación de obreros que engordan las filas del sistema. A menudo, la academia también forma oradores que venden ilusiones, y a veces benefactores que se ocupan de labores sociales ajenas a la esencia de la arquitectura. Pero lo más irónico es que, a pesar de que en nuestra ciudad todo está por construirse, los estudiantes de arquitectura ya no aprenden las herramientas necesarias para enfrentar este desafío. Este no es un ataque generalizado a la academia, pues existen personas comprometidas con la lucha en cada institución. Aunque la academia ha dejado de ser un campo de lucha intelectual, antaño fue la trinchera donde se producía conocimiento, fomentaban dudas, reflexiones y críticas objetivas. Así que, sería pertinente seguir viendo el campo académico como uno de los pocos lugares donde los “guerreros” que defienden la arquitectura tienen voz para hacer el llamado a esta “cruzada”. ¡A manifestar una Idea Suprema llamada Arquitectura! Si te identificas con esta lucha, bienvenido a esta trinchera.


[i] Este escrito es una antología de reflexiones y enfoques diversos impartidos por el autor en las asignaturas de Taller de Diseño Arquitectónico de diferentes niveles por más de una década en la Carrera de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. (2014-2025)

[ii] AA.VV. (1980) Arquitectura Racional. Madrid: Alianza Forma Editorial

[iii] Miranda, A. (2008) Columnas para la resistencia. Madrid: Mairea Libros

[iv] Boullée, E. L. (1985). Arquitectura: Ensayo sobre el arte. (C. Sambricio, Ed.) Barcelona: Gustavo Gili

[v] Ledoux, C. N. (1994). Arquitectura. Madrid: Akal Ediciones

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